miércoles, 25 de abril de 2007

Viaje al Fin de la Noche

De paseo por el corazón de las tinieblas.

Como sucedía en la famosa obra de Conrad, es posible escuchar en Céline como Kurtz nos susurra al oído "El Horror, el Horror...". Sólo que este horror no se encuentra únicamente en el Congo, sino que también es posible encontrarlo en Camerún, Estados Unidos o Europa, un horror que se manifiesta de varias formas pero que arrastra consigo un nihilismo escéptico, a veces cínico, siempre demoledor. Con un estilo frenético, desgarrado, a veces atolondrado y desbocado, pero sobre todo con una gran fuerza, Céline va narrando las peripecias que van llevando a la deriva a Ferdinand Bardamu, que no es sino un alter-ego del propio autor mediante el cual nos ofrece retazos de su propia vida. Todo ello sin tapujos, con un lenguaje directo, seco, a veces obsceno.

Pero este Viaje, muchas veces alucinado, no está exento de belleza, sino que a veces se yuxtapone ésta al nihilismo y a un pesimismo constante. Así, señala sobre la juventud que "acaba en la playa gloriosa, al borde del agua, allí donde las mujeres parecen libres por fin, donde están tan bellas, que ni siquiera necesitan ya la mentira de nuestros sueños", aunque en otro apunta que "perdemos la juventud a fuerza de torpezas"...

Presenta al ser humano de una manera cruel, aferrado a lo material, a sus vicios y a sus perversiones tanto en la guerra como en la paz y es capaz de apuntar, hablando del amor, que éste es "como el alcohol, cuanto más impotente y borracho estás, más fuerte y listo te crees y seguro de tus derechos".

Aunque como hemos señalado es su visión negativa la que preside esta deambular por la vida - "Tal vez sea eso lo que busquemos a lo largo de la vida, nada más que eso, la mayor pena posible para llegar a ser uno mismo antes de morir" - también es posible hacer poesía de la basura, encontrar flores en el estercolero: "Al salir de las tinieblas delirantes de mi hotel, probaba aún a hacer algunas excursiones por las calles principales de los alrededores, carnaval insípido de casas vertiginosas. Mi hastío se agravaba ante aquellas extensiones de fachadas, aquella monotonía llena de adoquines, ladrillos y bovedillas y comercio y más comercio, chancro del mundo, que pronumpía en anuncios prometedores y pustulentos. Cien mil mentiras meningíticas".


Un libro, en definitiva duro, nihilista, directo y seco.

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Todas las citas están tomadas de la traducción realizada por Carlos Manzano y publicada por la editorial Edhasa.

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