lunes, 25 de junio de 2007

Picnic en Hanging Rock - Peter Weir

Porque hay cosas que no tienen respuesta...

Resulta complicado hablar de una película que puede que esté basada en hechos reales (o puede que no), pero que para mi ante todo destaca por su fisicidad, por su atmósfera. Un ambiente cargado de represión, pero que se va enrareciendo en otro sentido. Hacia unos elementos más sensoriales. Y todo esto aumenta al llegar a Hanging Rock, cumbre montañosa de orígen volcánico (¿saturnal?) de aspectos variado que oscila entre lo fálico y lo antropomorfo. En este lugar físico, pagano y de rasgos casi míticos se dará la misteriosa desaparición de tres alumnas y una profesora de un cercano colegio en una extraña "volatilización" de la que una de ellas se acabará librando, de una manera igualmente inexplicable...

Sin embargo, la historia no se queda únicamente ahí, siono que juega con los efectos que estas desapariciones producen en la sociedad circundante. En una sociedad que esta marcada por la represión que señalábamos antes y en la que historias, más o menos escabrosas, quedan vertebradas por esas mujeres y su ausencia repentina con un protagonismo "en off", en especial de una de las desaparecidas que se asocia constamente en su recuerdo a la figura de un cisne.

Filmícamente destaca la fisicidad de la montaña, surcada de "cicatrices", que contrasta con la languidez del resto de jóvenes que quedan de picnic, y los contrapicados que se asocian a su imagen revelando su majestuosidad e insistiendo en cierto rasgos antropomorfos. Igualmente detalles como la despedida de una de las muchachas y la presentación de nuevo de la única que es localizada, integrado en un plano a través de un espejo.

La música, por último, acaba siendo un componente fundamental para crear el clima irreal y onírico que impregna la película destacando el peculiar timbre de la flauta de pan que acompaña alguna de las principales escenas.

Anecdóticamente, la propia visión de la montaña lleva a pensar en "Ayers Rock", otra elevación austrialiana, a la que los indígenas denominaban Uluru. Este lugar era el punto de unión entre nuestro mundo y el Tjukurpa -"el Tiempo del Sueño", especie de universo paralelo que es a la vez pasado y presente donde sucede la creación.

Quizás por esto último (y cierta deformación profesional), unido al empleo constante del sonido de un elemento tan vinculado al mundo religioso clásico como la flauta de pan, no pueda evitar ver la película en otra dirección: como un rito pagano relacionado con los cultos terrestres. En ese sentido estaría presente el sacrificio simbólico con el corte de un corazón (una tarta de San Valentín), y real de las sacerdotisas, las doncellas, todas ellas de blanco, que desaparecen en un culto infernal, vulcánico, saturnal, y ante un altar de orígen volcánico...

Pero claro, eso es también lo bueno del cine que es un enfrentamiento entre lo emitido y lo que interpreta el receptor.

5 comentarios:

Azid Phreak dijo...

He oído hablar mucho de esta obra de Weir y siempre he tenido curiosidad por verla, pero no me he atrevido. El que la novela en que se basa no de ninguna explicación al suceso para incrementar el misterio, me ha echado siempre para atrás a la hora de ver la película. Se que es una idiotez, pero en acoasiones me gusta que me "expliquen" la película.

Quizás lo encantador de la historia sea la trama y no el desenlace por lo que dices, así que buscaré a ver si la localizo.

Manuel Márquez dijo...

Mamma mía, compa Hatt, cuánta ignorancia: ni siquiera sabía de la existencia de esta peli -y conste que soy buen seguidor de la filmografía de Peter Weir, uno de esos directores "falsamente menores", a quien se suele tachar de "honesto artesano", y que creo tiene bastante más valía que muchos de los que pasan por "reputados autores"...-. Así que no hay otra: a buscar y a ponerse al día...

Ah, y muy buena reseña, por cierto.

Un abrazo.

marcbranches dijo...

Diría, así a golpe de memoria, que es la única de Peter Weir que no he visto. Es uno de mis directores favoritos sin discusión, todo un creador de una atmósfera propia (así se llamaba el post que le dediqué al sr. Weir hace sabe Dios cuánto ya), basada en una casi imperceptible asfixia vital, una nimia insanidad en el aire que te impide estar plenamente cómodo. Por supuesto, en algunas películas es más evidente que en otras, pero siempre está ahí. Ejemplo poco conocido: la gran "Fearless", con uno de los finales más impactantes que recuerdo haber experimentado, con aquella música de Gorecki que me hizo arrojarme a la primera tienda de discos que me encontré y comprarla. Saludos.

Rosenrod dijo...

Muy interesante esa perspectiva, Hatt... y Weir, un autor a tener siempre en cuenta.

Un saludo!

Anónimo dijo...

La película es una maravilla en todos los aspectos. No os preocupéis porque tenga un final poco esclarecedor, ahí entran las teorías de cada uno y el montaje te da algunas pistas sobre lo que puede haber sucedido. Aun así, lo fundamental es dejarse llevar por el paisaje, la música y las actrices, que son el pilar fundamental de esta historia.