lunes, 10 de septiembre de 2007

París no se acaba nunca - E. Vila-Matas

Esta tarde me he dado cuenta, entre otras cosas, que soy un comprador compulsivo de libros. Necesito más espacio en mi habitación porque entre los libros de arqueología y los de lectura pues no se donde me voy a acabar metiendo yo. Bueno sí, probablemente acabe en el balcón con una tienda de campaña y un buen saquico de dormir.
Pero bueno, me voy del tema... Venía todo esto a cuento porque ha caído en la bolsa el último libro de Enrique Vila-Matas, una recopilación de relatos cortos y curiosamente acabo de releer su obra "París no se acaba nunca".

Bueno curiosamente no. Me he ido una semanita (por fin) y no podía cargar con el tocho de libro (más que el exceso de equipaje lo que me preocupaba era que me desequilibraba el coche) que estaba leyendo y del que daré cuenta cuando lo logre acabar en esta misma página. Como consecuencia de ello he recuperado éste, que leí hace cuatro años, quizá cinco.

El libro es un ensayo de tintes marcadamente autobiográficos, expuesto en forma de conferencia, en el que Vila-Matas habla de la ironía. Bueno, no, habla de la escritura de su primera novela en París. No, perdón, habla su parecido físico (que sólo ve él mismo) con Hemingway. Bueno tanto da, la cuestión es que habla de algo. Bueno, escribe de algo:
"París no se acaba nunca " es el aprendizaje del oficio de la escritura en una buhardilla de París que le alquila Marguerite Duras y del mundo que le rodea por parte de Vila-Matas. De como se hacía el desesperado. De como estaba desesperado. De la gente que le rodea, exiliados, artistas, bohemios, actores y actrices, recuerdos, fantasmas... De una conferencia que dio Borges en una librería clandestina. Del rodaje de India Song de Duras. De anéctodas y desengaños. De referencias cruzadas. O de como M. Duras le anota en un papel las reglas básicas para escribir una novela y como ésta va avanzando, o no. Pero todo ello desde la ironía. Desde el presente. Y también desde el pasado. Incluso desde Hemingway.

En definitiva, un libro entretenido, ameno, divertido, irónico, en ocasiones metaliterario, trufado de citas, de anécdotas, incluso de tragedias como la de la amante de Modigliani. Una obra de las que incitan a leer otras, de las que llaman a investigar. Y encima sucede en París, donde Hemingway fue muy pobre y muy feliz y Vila-Matas muy pobre y muy infeliz. Después de todo quizás se parezca a Hemingway (o no).

2 comentarios:

Lord Derfel Cadarn dijo...

Maño, a mí me pasa exactamente lo mismo. Soy un jodido comprador compulsivo de libros. De hecho, muchas veces trato de evitar la tentación de entrar en una librería porque sé que soy prácticamente incapaz de salir sin haber comprado algo (es un impulso irresistible, como si dentro de mi cerebro existiera un código que me obligase a no salir de la librería sin antes haber adquirido ese libro que he estado hojeando y que tanto me ha llamado la atención...).

¿Enfermedad mental? En mi caso, probablemente se trate de eso.

No he leído nada de Enrique Vila-Matas, pero de todos modos no me suelen motivar mucho las obras explícitamente autobiográficas, ni aunque se tratase de alguno de mis escritores favoritos. De todos modos, no descarto leerme algo de este señor algún día, que le tengo echado el ojo hace tiempo... pillín ;)

Anónimo dijo...

ahora ahora... llevo tanto tiempo sin ensuciar tu blog así que ha llegado la hora de la verdad... por tu culpa me leí este libro hace ya 3¿? años y de hecho me acuerdo de muy pocas cosas.sin embargo, algo se ha quedado allí, primero una foto maravillosa en la portada, segundo la misma diminuta Duras (que aparte de su libro Amante que me encanta, no me gusta su obra para nada) y tercero la ironía, la misma que tu mencionas. parecerse a hemingway tiene que ser duro... y espero que al final no se parezca a él, porque la cirosis y la escopeta en la boca son cosas muy lejanas del encanto parisino, auqnue éste para vila-matas fue más bien leido e imaginado que real.