martes, 16 de octubre de 2007

Recapitulando


Silencio, he oído una voz... Abro los ojos, me levanto. Supero las nauseas iniciales, me mantengo en pie, trato de centrarme, trato de concentrarme. ¿Por qué los pasos resuenan en el vacío?, ¿por qué el eco?. Me desemboto, me arrastro, me contoneo y repto. Hasta que al fin lo comprendo, soy un superviviente, lo último que queda sobre este universo, "la última neurona viva".

Y es que, en efecto, la semana de fiestas del Pilar ha terminado por pasar la factura a mi maltrecha cabeza y ésta, insolvente desde hace un tiempo, ha visto como le embargaban casi todas las neuronas. Por suerte ha permanecido una de ellas poblándola todavía. Y en el fondo no está tan mal, no tiene problemas de espacio (bueno, nunca ha tenido muchos) y ya no discute con ninguna otra, y es que a veces se pasaban las pocas que quedaban sin hablarse entre ellas... Y, ¡qué demonios!, me lo he pasado en grande: un par de conciertos, "alguna" subida a al Oktoberfest y bastante marcha. No me puedo quejar. Si se queja alguien que sea la última neurona.

Por lo demás y enlazando con el post anterior, sí, volví a mis 14-15 años de edad. Pero lo hice a lo grande. Llenando un estado completo, con un aforo superior al de los partidos de fútbol. 40000 almas. Me dejé la voz (de hecho estoy por poner un clasificado de "se busca media garganta"). Lo canté (casi) todo. Aunque, eso sí, me faltó "Flor de loto"..., pero disfruté como un loco. La nostalgia me invadió y se encargó de que disfrutara de cada momento sobre la lona que cubría el césped de La Romareda. Nos convertimos en púgiles del rock. La apuesta por el rock&roll es una apuesta sobre seguro, aunque la pagaban diez a uno...

Musicalmente, impecables. El resfriado de Bunbury apenas se notó (aunque el viernes tuvo que para 5 minutos). El espectáculo estuvo a la altura. Cuatro pantallas gigantes, proyecciones, confetis, humo y fuegos. Y el repertorio, pues lo dicho, a la altura de las expectativas.
Sin embargo, se notó cierta frialdad. Frialdad entre los miembros de la banda, frialdad entre Bunbury y el público. Frialdad desde una parte destacable del público. Frialdad en la despedida. Y frialdad en mis pies, porque ese día llovió y la lona formó pequeños charcos que no ayudaron en nada y casi nos deja "En los brazos de la fiebre". Fue un concierto muy profesional, de hecho, fue demasiado profesional. Se echaron de menos improvisaciones en los fraseos, más cercanía, mayor espontaneidad, un Bunbury más cercano al Jim Morrison que una vez trató de ser,... Fue un guión demasiado rígido.

A pesar de los pesares, lo disfruté, al igual que he disfrutado de todas las fiestas, aunque mi pobre neurona se haya quedado solica (esperemos que con la especulación inmobiliaria no la intenten desahuciar) y haya perdido media voz por el camino.

Nos leemos.

4 comentarios:

Lord Derfel Cadarn dijo...

La verdad es que han sido unas fiestas brutales. Cada año viene más gente y cada año montan más y mejores actividades.

Creo que han dejado el listón bastante alto. De los errores y deficiencias con el transporte, las comunicaciones, etc. ya se hablará...

Rosenrod dijo...

¡Qué bueno! Y ¡qué oportunidad! Quién te lo iba a decir hace apenas dos años, ¿eh?

Un saludo!

Unknown dijo...

Pues malegro de que te lo hayas pasao bien.

Yo este finde veré uno de los grupos malagueños que más me gustan: Fila India, que se reúnen para un solo concierto en una idea que partió de un colega mío.

BUDOKAN dijo...

Qué suerte que hayas podido disfrutar nuevamente como antaño contabas de esta gran banda. Saludos!