martes, 26 de febrero de 2008

El dolor es Amarillo


Amarillo es una epístola elegíaca, un panegírico contenido, una investigación documental, una conversación dirigida hacia alguien que ya no responderá y es, también el color de la tristeza. Es una obra que bucea en el pasado y busca a través de los textos, cuentos, críticas, cartas, entrevistas, que un día escribiera Chusé Izuel, llegar a él y a sus circunstancias, llegar a las causas que acabaron motivando que un día dijera basta. Y es que según señala en diferentes ocasiones Félix Romeo, cuando Chusé escribía estos textos, sin saberlo, estaba hablando de él mismo.

Con un estilo que no tiene nada que ver con los recuerdos de cierto tono naíf que nos llevaban a la infancia vivida en Torrero de Dibujos Animados (y que prolonga de alguna manera en algunos de sus artículos de prensa), ni con el caleidoscopio surrealista que es Discothèque, Félix Romeo emplea un estilo sencillo y espartano, para reconstruir el puzle de los recuerdos de Chusé Izuel. Por ello, recurre a planos cortos, a los matices, quizás pensando -como quien esto escribe- que son los pequeños detalles y los gestos cotidianos los que hacen que cada vida sea diferente al resto. Y a través de esta cierta minuciosidad parece que busca unir las piezas que un día se separaron. Aunque, como pasa con los puzles que guardamos desde hace un tiempo, hay piezas que perdimos irremisiblemente al guardarlos en lo alto del armario.

"Hizo mucho frío ese invierno en Barcelona. Llovió. Llovía constantemente. La humedad llenaba las paredes de moho y de moscas inmóviles de alas pardas. No entrábamos nunca en calor. Mi cama era un colchón sobre el suelo. Por el suelo entraba la humedad. El colchón lo habíamos recogido de la calle. Todos los muebles los recogíamos en las calles. Cristina se abrazaba a mí y yo me abrazaba a Cristina, pero el frío húmedo pasaba de mi cuerpo a su cuerpo y de su cuerpo a mi cuerpo. Colocábamos periódicos debajo del colchón, pero los periódicos no podían secar toda la humedad. Miraba las moscas y miraba el moho. Mi padre se ponía periódicos en el pecho cuando patrullaba con la moto, en el invierno de Zaragoza."

Y es este estilo sencillo, directo, lleno de frases cortas, el que puebla el libro. De comentarios que van y vuelven, de referencias que retoma posteriormente y, sobre todo, de búsquedas, de preguntas. Es a la vez un retorno al pasado, un viaje en el tiempo, una espiral de recuerdos, un exorcismo en el que finalmente, y casi paradójicamente nos damos cuenta de que Félix Romeo al hablar de Chusé Izuel, está hablando de sí mismo...

martes, 19 de febrero de 2008

Presidente Cthulhu

Terrores insospechados se ocultan en geometrías imposibles, ángulos convexos que convergen en puntos que no son sino puertas interdimensionales. Aquéllos Que No Deben Ser Nombrados, seres acechantes, extraños pináculos, muros de hielo inexplorados, profundidades insondables. Balaustradas anteriores a la presencia humana, seres preexistentes desde tiempos inmemoriales. Primordiales, Ancestrales, R'Lyeh. Arkham, Miskatonic. De Vermiis Mysteriis, Los Manuscritos Pnakóticos y, como no, el Necronomicón.

Tantas razones para que El Que Reposa en las Profundidades y no está muerto e incluso con los evos y demás vuelva. Y, ¿por qué no?, votarle. Al menos es lo que plantean aquí. Cthulhu for president. Aunque sólo sea para borrar de la faz de La Tierra a estas alimañas bípedas, esta marabunta de CO2 y efecto invernadero.


Por toda la literatura fantástica, gótica, pulp, victoriana; por Machen, M.R. James, A. Bierce, Stoker, Shelley, Stevenson, Le Fanu, Maupassant, Potocki, Lovecraft y "su círculo" y, por supuesto, Poe. Por todo lo que leímos en adolescencia y juventud. Por tantos descensos a criptas, por maldiciones, por esqueletos, por los revividos y los no-muertos, por los viajes más allá, por las fronteras del sueño y de la muerte, por los cuervos, las lechuzas y los buitres (y los quebrantahuesos), por nuestros "alter-egos", némesis y antagonistas - a veces nosotros mismos-, por los arqueólogos y antropólogos (aunque no sean inocentes), por los doctores y científicos con veleidades demiurgas, por Lucy, Carmilla y, especialmente, por Anabel Lee:
It was many and many a year ago / In a kingdom by the sea / That a maiden there lived whom you may know / By the name of Anabel Lee / And this maiden she lived with no other thought / Than to love and be loved by me...

lunes, 11 de febrero de 2008

El Crack - Alfredo Landa

Normalmente, cuando se piensa en tipos duros (hombres de verdad que diría una amiga mía, ¿eh, Ieva?) vienen a la mente actores como Bogart, Mitchum, Gable, Dana Andrews, Robert Ryan, Warren Oates, Kirk Douglas, Clint Eastwood, incluso gente como, Christopher Walken, Russel Crowe, Bruce Willis...; rostros a menudo sin afeitar, como esculpidos en piedra a veces. Facciones marcadas, gente capaz de encenderse una cerilla en el rostro o, como en alguna película que ahora no recuerdo, hasta en el antebrazo. Personajes escudados en la ironía o en el cinismo, conservados en alcohol y con un pasado casi tan turbio como su presente. L.A. Confidencial, Laura, La Jungla de Cristal, Retorno al Pasado, Quiero la Cabeza de Alfredo García o Al Borde del Peligro (Where the Sidewalk Ends), son ejemplos cercanos al arquetipo de estos seres aparentemente de una pieza que, sin embargo, suelen guardar dentro de sí un punto débil, un punto que les hace bajar la guardia y los humaniza. Y no pocas veces, como diría alguno de nuestros políticos, tiene forma de diabolo, y es que ya se sabe "The Devil is a Woman" (o el Diablo, que para el caso...).


Dentro de este grupo de prototipos varoniles, poca gente incluiría a Alfredo Landa, más relacionado con Vente a Alemania, Pepe. Sin embargo, y por paradójico que parezca, Es este actor, quien más se acerca a esta figura dentro del cine español. De acuerdo que este Marlowe castizo, Germán Areta, no tiene ni su planta ni su fisonomía, pero tampoco le hace falta, tal y como demuestra ese díptico del cine negro español que es El Crack y El Crack 2. De hecho, basta con ver las primeras escenas de ambas películas para ver el carácter y el tacto de los que hace gala este detective privado. En la primera de ellas, un atraco a un típico bar de carretera donde Landa está comiendo un plato combinado (probablemente con huevo frito incluído), rodeado de casettes, probablemente de Pimpinela, Julio Iglesias o Rocío Jurado, acaba con éste encañonando por debajo de la mesa al atracador mientras le dice "devuélveme el mechero o te quemo los huevos". Mientras en el segundo da una pequeña paliza a tres delincuentes que se habían apropiado de su coche. Toda una lección por parte de este Jarry, con J, el sucio.



Y es que ambas películas, filmadas por Garci dentro de esa cinefilia que a veces tanto le lastra, pero que en ocasiones como ésta le ayuda, demuestran que los detectives duros también son posibles en una Gran Vía madrileña atestada de Seiscientos. Aunque claro, aquí póker más bien poco, en estas películas se juega a mus, con unas partidas rodadas con un naturalismo subrayable. Además, en ocasiones, como sucede en la visita que le hace a Arturo Fernández en la segunda parte, el güisqui, con o sin hielo, se sustituye por brandy. Cosas de la España cañí...

Una película nostálgica, con buenos diálogos y guiños al cine clásico, con conversaciones sobre New York y el boxeo, con un barbero de los de toda la vida, con explosiones de acción, turbiedad, sabuesos siguiendo pistas que llevan a descubrir la podredumbre que nos rodea, intentos de asesinato y, sobre todo, con un Alfredo Landa demostrando lo gran actor que ha sido. Con una interpretación contenida, llena de matices, tristeza y melancolía en una mirada pensativa, reflexiva, diletante. Con una actitud desencantada y demasiada profesionalidad. Y también, si es necesario, expeditivo, como en algunos momentos puntuales, e incluso cínico. Una gran interpretación a pesar del lastre de las situaciones "familiares" de pareja, menos logradas. Junto a él un buen reparto, en el que sobresalen Miguel Rellán y José Bódalo, una buena dirección, muy clásica como no podía ser de otra manera, con guiños a los 40's, y buen montaje y una banda sonora con el tono adecuado, hacen más que recomendable esta visita al noir hispano.

Estas líneas, este comentario, son también una suerte de homenaje a una carrera en la que a pesar de haber sombras, brillan luces como éstas.

jueves, 7 de febrero de 2008

Lucio Apuleyo

Llegué a las fronteras de la muerte, pisé el umbral de Proserpina y a mi regreso crucé todos los elementos; en plena noche, vi el sol que brillaba en todo su esplendor; me acerqué a los dioses delinfierno y del cielo; los contemplé cara a cara y los adoré de cerca. Esas son mis noticias: aunque las has oído, estás condenado a no entenderlas*.


Los riesgos de ir más allá, porque cuando miras al infinito, corres el riesgo de que éste mire a tus ojos y todo el mundo paga algún tipo de peaje por ello. El horror, el horror, el horror...

* Lucio Apuleyo. La Metamorfosis o El Asno de Oro, XI, 23, 7 (traducción de L. Rubio Fernández, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1987).

lunes, 4 de febrero de 2008

Hasta siempre, Distritocatorce



Quizás nos volvamos a encontrar, pero por la calle (del sol o del lumpen) o en nuestras propias casas, porque Distritocatorce desaparecen, se retiran definitivamente tras más de 20 años de carrera. Y me da cierta pena. Porque la voz aguardentosa y con un cierto toque canalla de Mariano Chueca (ahora Mariano Casanova), que lideraba una banda de auténticos supervivientes del Rock y ha contribuido a crear parte de la banda sonora de mi vida, dice adiós. Han creado bellas canciones y buenos discos. Y es que "El cielo lo sabe", "Días de Gloria", "Eras tan feliz", "La guitarra y el puñal", "Bajo el huracán", "Mala racha" o este mismo "Soñando otra vez", son canciones llenas de nostalgias, historias, tristezas. Canciones de frontera y de desierto. Contienen destellos como "...mi mala sangre me ampare...", "...cuantos deseos puros como el cristal / se pierden / recuerda como vendiste tu libertad...", "...a las calles donde conoció el sabor del mal...", "...las calles mojadas me hablan / diciendo hoy es el final tu dulce mirada / las noches tan largas no, no volverán...". Canciones con alma sureña, con vientos que traen el aroma del desierto de Los Monegros, canciones meditabundas y eremitas, creadas en Veruela, pero también canciones urbanas, de asfalto. No, no volverán.

El 9 de febrero en la Multiusos de Zgz. Es sólo Rock&Roll, but I like it...