miércoles, 27 de junio de 2007

Diez películas que marcaron mi infancia

Desde Lord Derfel me llega un meme y como soy un caballero, acepto los guantes que me echan (aunque sólo uno porque de manfas y cosas similares paso...). Se trata de decir las diez películas que marcaron mi infancia (y comentarlos). Así que ahí van las mías (no van por orden de preferencia sino por como las consigo recordar ahora):

1. The Black Hole (El Abismo negro).
Una producción Disney surgida probablemente a raíz de Star Wars que me fascinó. Especialmente unas pistolas en forma de "U" y el final de la peli. Revisando ahora su ficho me doy cuenta del estupendo reparto que tenía: Maximilian Schell, Anthony Perkins, Ernest Bornigne o Roddy Mcdowall (éste último haciendo una voz.

2. Star Wars.
En realidad la saga completa. Recuerdo siendo niño ir a un centro comercial y hacerle preguntar a mi padre si tenían sables de luz e, incluso, mirar detrás de una silueta de Darth Vader por si acaso... También recuerdo estar viendo el Ep. VI en el cine y creer cuando hablaban del lado oscuro que se referían únicamente a la zona que no llegaba la luz...

3. Las películas de Bud Spencer y Terence Hill (en general).
Innumerables tardes viendo la sutileza narrativa y la moderada interpretación de estos delicados caballeros... ¡qué tiempos!.

4. The Monster Squad ("Una pandilla alucinante").
Refrito de películas de terror pero para niños. Aún recuerdo la frase promocional (jajaja) "Alucinarás pepinillos". Todavía estoy intentando entenderla (la frase, claro).

5. The Goonies.
Siempre me gustaron los inventos de "Data" y por supuesto ese entrañable superman desfigurado y encima había un barco pirata, que más se podía pedir. Si se el añade la dirección de Richard Donner y que Spielberg (y Columbus) estaban detrás...

6. Young Sherlock Holmes ("El secreto de la pirámide").
De nuevo Spielberg, Columbus y un director competente, en esta ocasión Barry Levinson, detrás de una película que en algunos momentos me llegaba a dar miedo (esa escena en el restaurante cuando la comida cobraba vida). Y encima te cuentan unos orígenes (de acuerdo nada que ver con los "reales", pero después de ver unos dibujos en los que era un perro...) de un personaje carismático y famoso.

7. Indiana Jones.
Si es que al final va a ser cierto que Spielberg fue (¿es?) el rey del entretenimiento, pero claro como no fascinarse por un caradura como el Dr. Jones... Sobre el personaje y las historias sobran los comentarios (aunque he de reconocer que en el Templo Maldito me asustaba lo de arrancar los corazones...).

8. Conan.
Y llevar un espadón así y repartir mandobles a diestro y siniestro y formar un equipo con un arquero / ladrón y otra guerrera...

9. Ghosts Busters ("Los Cazafantasmas").
¿A quien hay que llamar para salvar el mundo...?. Por cierto, siempre me cayó mejor el personaje de Dan Aykroyd que el de Bill Murray.

10. James Bond.
Así, en general. Mi padre tenía todas y de vez en cuando se iba poniendo alguna. Y claro a un chiquillo le encantaban, aunque el personaje de Tiburón le asustase y no entendiese el hecho de acostarse.


Pues esos han sido mis diez. Quedan muchos fuera, pero mi infancia fue así. Recuerdo que mi padre algún fin de semana subía con 5 películas de vídeo de las cuales me tragaba las que podía (aunque algunas no me dejaban verlas por la violencia y las palabrotas...). No se daban cuenta del monstruo que estaban creando hasta que fue demasiado tarde, Buajuajua...

Y en lugar de retar a nadie prefiero lanzar el Meme al aire para que en vuestros blogs o aquí en los comentarios dejéis constancia de vuestras películas...

Nos leemos.

lunes, 25 de junio de 2007

Picnic en Hanging Rock - Peter Weir

Porque hay cosas que no tienen respuesta...

Resulta complicado hablar de una película que puede que esté basada en hechos reales (o puede que no), pero que para mi ante todo destaca por su fisicidad, por su atmósfera. Un ambiente cargado de represión, pero que se va enrareciendo en otro sentido. Hacia unos elementos más sensoriales. Y todo esto aumenta al llegar a Hanging Rock, cumbre montañosa de orígen volcánico (¿saturnal?) de aspectos variado que oscila entre lo fálico y lo antropomorfo. En este lugar físico, pagano y de rasgos casi míticos se dará la misteriosa desaparición de tres alumnas y una profesora de un cercano colegio en una extraña "volatilización" de la que una de ellas se acabará librando, de una manera igualmente inexplicable...

Sin embargo, la historia no se queda únicamente ahí, siono que juega con los efectos que estas desapariciones producen en la sociedad circundante. En una sociedad que esta marcada por la represión que señalábamos antes y en la que historias, más o menos escabrosas, quedan vertebradas por esas mujeres y su ausencia repentina con un protagonismo "en off", en especial de una de las desaparecidas que se asocia constamente en su recuerdo a la figura de un cisne.

Filmícamente destaca la fisicidad de la montaña, surcada de "cicatrices", que contrasta con la languidez del resto de jóvenes que quedan de picnic, y los contrapicados que se asocian a su imagen revelando su majestuosidad e insistiendo en cierto rasgos antropomorfos. Igualmente detalles como la despedida de una de las muchachas y la presentación de nuevo de la única que es localizada, integrado en un plano a través de un espejo.

La música, por último, acaba siendo un componente fundamental para crear el clima irreal y onírico que impregna la película destacando el peculiar timbre de la flauta de pan que acompaña alguna de las principales escenas.

Anecdóticamente, la propia visión de la montaña lleva a pensar en "Ayers Rock", otra elevación austrialiana, a la que los indígenas denominaban Uluru. Este lugar era el punto de unión entre nuestro mundo y el Tjukurpa -"el Tiempo del Sueño", especie de universo paralelo que es a la vez pasado y presente donde sucede la creación.

Quizás por esto último (y cierta deformación profesional), unido al empleo constante del sonido de un elemento tan vinculado al mundo religioso clásico como la flauta de pan, no pueda evitar ver la película en otra dirección: como un rito pagano relacionado con los cultos terrestres. En ese sentido estaría presente el sacrificio simbólico con el corte de un corazón (una tarta de San Valentín), y real de las sacerdotisas, las doncellas, todas ellas de blanco, que desaparecen en un culto infernal, vulcánico, saturnal, y ante un altar de orígen volcánico...

Pero claro, eso es también lo bueno del cine que es un enfrentamiento entre lo emitido y lo que interpreta el receptor.

lunes, 18 de junio de 2007

Girl of the North Country - Bob Dylan

No hace mucho saltaba la noticia de que Bob Dylan había sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias. Inmediatamente pensé en "aquel que una vez podría haber sido campeón del mundo", esa bonita historia de Huracán Carter. Luego, cuando alguien golpeó algo cerca de mi, me di cuenta de que casi nadie se acordaba, ni siquiera ya los amigos, de que la respuesta esta flotando, mecida por el viento (o "Blowin´in the Cierzo" que decía Ángel Petisme en uno de sus poemas que más me gusta). Pero no, poco a poco me acordé de una balada que traía en su letra el peso del pasado. Y una de las cosas que más me gusta de ella es que todos podríamos ser, en una u otra ocasión, cambiando las geografías o inventando otras nuevas más acordes con nuestros sentimientos, el narrador de esta bella canción:

Well, if you're travelin' in the north country fair,
Where the winds hit heavy on the borderline,
Remember me to one who lives there.

She once was a true love of mine.

Well, if you go when the snowflakes storm,
When the rivers freeze and summer ends,
Please see if she's wearing a coat so warm,
To keep her from the howlin' winds.

Please see for me if her hair hangs long,
If it rolls and flows all down her breast.
Please see for me if her hair hangs long,
That's the way I remember her best.

I'm a-wonderin' if she remembers me at all.
Many times I've often prayed
In the darkness of my night,
In the brightness of my day.

So if you're travelin' in the north country fair,
Where the winds hit heavy on the borderline,
Remember me to one who lives there.
She once was a true love of mine.


Bien, si viajas a la feria del País del Norte / donde el viento golpea duramente en la frontera / Da recuerdos a una que vive allí / Ella fue para mi una vez un verdadero amor //

Bien, si vas donde caen con fuerza los copos de nieve / Donde los ríos se hielan y el verano muere / Por favor, mira por mi si lleva un abrigo lo suficientemente cálido / Para protegerla del viento que aúlla //

Por favor, mira si su cabello descansa largo / Si se enrosca y desliza sobre su pecho / Por favor, mira si su cabello descansa largo / Así es como la recuerdo mejor //

Me pregunto si después de todo me recordará / Lo he deseado numerosas veces / En la oscuridad de mi noche / En el esplendor de mi día //

Así que si viajas a la feria del País del Norte / donde el viento golpea duramente en la frontera / Da recuerdos a una que vive allí / Ella fue para mi una vez un verdadero amor.


Sirva este post como homenaje a este gran poeta popular que se codeó con Billy "el Niño" y con Pat Garret. Y, ya puestos, recomendaros la versión que aparece en el disco Nashville Skyline, ya que aunque no aparece la penúltima estrofa, la unión de la frágil y temblorosa voz de Dylan con el cavernal sonido de esa garganta rasgada que es Johnny Cash tiñe de una mayor nostalgia la interpretación de esta canción que nos habla, sin hacerlo, de algo que pudo haber sido y que finalmente no fue aunque por un tiempo llegó a ser.


(Como siempre se trata de una traducción sobre la marcha (y con alguna licencia poética, todo hay que decirlo) a partir del texto que hemos encontrado aquí).

viernes, 15 de junio de 2007

Carretera Perdida - David Lynch

El otro día me decidí a volver a ver esta película. Hacía tiempo que me apetecía pero no encontraba el momento adecuado. Es decir, soy partidario de que para ver una película hace falta tener ganas de verla y, además, conseguir la atmósfera correcta. Quizás algún día escriba más sobre estos temas que a veces al comentarlos hacen que parezca un maniático, pero, en definitiva, se pudo dar dicho momento. Así que, como un personaje de novela (toma pulla a Murakami) me preparé un wiskey con hielo, bajé la luz y se abrió ante mi una carretera oscura que trazaba una línea recta, mientras una voz me sugería que estaba loco. Era Bowie cantando Deranged...

A partir de ahí se inicia un gran película, inclasificable en género, a no ser que el término lyncheano exista ya, en el que no sólo la trama importa, sino que también, como sucede en otras muchas de sus películas y series, importa el clima que crea y como lo crea. La música, con esa variabilidad estilística que abarca de Angelo Badalamenti a Trent Reznor, incluyendo al mencionado Bowie, a Lou Reed, Antonio Carlos Jobim o, incluso, a Rammstein y a Marilyn Manson con su versión del I put a spell on you de Jay Hawkins, que ya comentamos...
Y junto a ello, la peculiar y característica manera que tiene David Lynch de rodar y "narrar" al contarnos la historia de un saxofonista, Bill Pullman y su Mujer (así con mayúscula), Patricia Arquette. A partir de ese punto de partida y de elementos cercanos a una historia de terror se desarrolla una trama influenciada también por el cine negro...

Nota: A partir de aquí probablemente habrá spoilers...




Lynch, como hará posteriormente en Mulholland Drive, va a proponer un juego, un rompecabezas en el que está en nuestras manos el recomponerlo o no, el entrar en él o simplemente, en otra opción igual de válida, sumergirnos en sus imágenes, sonidos, voces, gestos, miradas..., con esa carretera perdida como leit-motiv que se repite en la película y que quizás no sea sino una visualización de la mente del protagonista.
Y en este deconstructivismo fílmico hay lugar para una rubia-morena, mafiosetes, pornografía, glamour, lujo, humor lyncheano, desdoblamientos de personalidad, manipulación de los recuerdos, personajes imaginarios (o no) ... y Mistery Man, el Hombre Misterioso. Por haber, hay hasta unas cortinas rojas como de terciopelo...


Qué grande es Lynch...

lunes, 11 de junio de 2007

Tokio Blues - H. Murakami

El guardián entre el mijo.

Tengo que reconocer ante todo que las historias nostálgicas me gustan. Las típicas reuniones de viejos amigos que se reencuentran tras varios años y ven como la mayoría de sus sueños no se han cumplido, que las viejas heridas nunca cicatrizan del todo y que, a pesar del tiempo transcurrido, todo sigue siendo igual para bien y para mal. De hecho lo único que se ha cumplido en estas historias es años... Me refiero a películas como "Reencuentro" (con ese nombre, qué esperabais), "Los amigos de Peter" o "Beautiful girls" (o cómo nos enamoramos de Natalie Portman). Y lógicamente me refiero también a este "Tokio blues". En ese sentido, un libro como éste con un principio como el que tiene hacía que partiera con una predisposición bastante positiva hacia su lectura. De hecho ese primer capítulo me gustó bastante, tenía casi un aroma que ligeramente recordaba al olor metálico de la tierra (si es que una lectura puede oler).

Y en conjunto el libro me gustó. Pero me decepcionó. No sólo es que en algunos momentos adopte un tono didáctico (toda la parte referida a la visita al sanatorio tiene un aire que mezcla ese tono con toques de New Age) o que a veces el relato se vea totalmente trufado de referencias culturales (occidentales) que en ocasiones llegan a resultar excesivamente reiterativas (bajo mi punto de vista una cosa es ir introduciendo elementos de este tipo para ir dando pequeños detalles de "vida" al relato y otra es la enumeración erudita y casi exhibicionista...). El principal punto negativo que encuentro en su lectura es el personaje principal, el narrador de la historia. Un personaje que acaba resultando demasiado tópico y que, por ello resulta decepcionante: un chico solitario, que bebe whisky, cargado en ocasiones de demasiada autocompasión. Vamos un rebelde sin causa de la escuela de Jimmy Dean. Casi veo a este Dean de ojos rasgados con una gabardina, caminando sólo en la noche con una colilla colgándole de la comisura de los labios, como en un gesto detenidamente estudiado...

Junto a ello, sin embargo, hay elementos interesantes como pequeños detalles llenos de vida, el tema de la muerte unida al suicidio, auténtica protagonista en "off" del libro y por supuesto un personaje que me gusta mucho: Midori. Especialmente en todas sus primeras intervenciones.

En definitiva, una entretenida rememoración de momentos iniciáticos de la juventud del protagonista con elementos muy interesantes (y varios coprotagonistas muchas veces en off), pero que a veces no logra evitar caer en el tópico.

domingo, 3 de junio de 2007

Sed de Mal

Léeme el futuro...

Para mucha gente Sed de Mal - por cierto, que grandísimo título para un film- es y será un espectacular plano secuencia que abre la película. Se trata, sin duda, de un inicio deslumbrante, fulgurante, que va punteado por la música de un gran Henry Mancini y que acompaña a la pareja protagonista. Para otros, es la atmósfera de pesadilla (mención especial para la escena de Janet Leigh en la cabaña...) lograda por su director Orson Welles y la fotografía de Russell Metty con unos clarososcuros totalmente metafóricos, presencia de picados, travellings, largos planos, momentos barrocos en lo visual y en ocasiones de puro expresionismo. Habrá gente para la que signifique un curioso Charlon Heston con bigote, una drogada Janet Leigh y un sudoroso, enorme (en todos los sentidos) y justiciero (a su manera) Welles. También hay para quienes hay que destacar la presencia de Zsa-Zsa Gabor, del habitual wellsiano AkimTamiroff, de Dennis Weaver, de Mercedes McCambridge o, incluso, de Joseph Cotten.



Para mi puede que sea eso, pero sobre todo es Tanya, una vieja puta que echa las cartas, y su pianola. Con poco más que su presencia, fascinante, consigue hablar de amor, de nostalgia, de pasado. Sus momentos con Welles son mágicos, eternos. Y es que Marlene Dietrich fue una de las grandes. Y su mirada...


Una magnífica película, extraña en ocasiones, onírica con toques de pesadilla, magníficamente interpretada por un gran reparto y en el que la cámara a veces es un personaje más. Y si alguna vez ve alguien a Tanya, invitadle a una copa de whisky on the rocks de mi parte que yo pago.