martes, 1 de julio de 2008

Antoine Doinel

Últimamente ando bastante ocupado con otras cosas, pero como me entristece ver a Cyd Charisse congelada en una seducción casi perpetua, me he decidido a hacer un pequeño homenaje a un personaje creado por Truffaut, pero que sin Jean-Pierre Léaud nunca hubiera sido lo mismo. Esta unión acabó dando lugar a 4 películas y un cortometraje, entre las que se encuentra alguna gran película y, sin coincidir, alguna de mis películas favoritas de uno de los creadores de esa nueva ola con proporciones de tsunami cinematográfico, aunque algunos en la actualidad suscribirían el verso de Sabina en el que éste apunta "no hagan olas" . De cualquier manera el ciclo Antoine Doinel tiene momentos memorables de puro cine. Por otra parte me resulta fascinante la posibilidad de ver la evolución real de un personaje a través del tiempo, recordándome en cierto modo al precioso díptico "Antes del Amanecer" / "Antes del Atardecer", aunque el final, "El amor en fuga", no terminara, quizás, de ser lo buena que hubiera deseado...

Para ello, vamos a parafrasear a Aute, quien dedicó un bonito homenaje no sólo a Doinel, sino a todo el cine:

"Recuerdo bien
aquellos «cuatrocientos golpes» de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guión.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.

Al fin llegó
el día tan temido más allá del mar,
previsto por los grises de Henri Decae;
cuánta razón
tuvo el censor,
Antoine Doinel murió en su «domicilio conyugal».
Pido perdón
por confundir el cine con la realidad,
no es fácil olvidar Cahiers du cinéma,
le Mac Mahon,
eso pasó,
son olas viejas con resacas de la nouvelle vague.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son."


Para acabar disfrutad de un travelling mítico de libertad, sueños y cine y de esa elocuente guitarra final que lo puntúa...

4 comentarios:

39escalones dijo...

Impresionante final (el congelado no venía en el guión, fue cosa del montador). Es un caso verdaderamente original el de Truffaut y Leaud, lo hemos visto crecer y volverse (si no lo era ya) un tipo bastante particular. En este caso, imposible disociar el personaje del actor.
Un abrazo

Josep Lloret Bosch dijo...

Sí que es un travelling precioso esa huída de Antoine; y es muy interesante el provecho que Truffaut sacó de ese actor/personaje, aprovechando unas circunstancias favorables.
Sin embargo, para mí la imagen que me queda en la retina/memoria-cinéfila es la de Jean Pierre cuando, en La Nuit Americaine se desplaza discurseando en un travelling frontal, andando en medio del carril de la cámara, sorteando sin mirarlos los travesaños que unen los raíles.
Saludos.

pepe montero dijo...

Fabuloso. La libertad consiste precisamente en eso, en salirse del guión.

Un saludo.

Hatt dijo...

Totalmente de acuerdo 39escalones. Se produjo como una confusión entre actor y personaje (e incluso director, porque de alguna manera también es Truffaut en parte).

Que pocos travellings se emplean actualmente con la fuerza o el significado de antes, josep. Por lo demás, otra buena elección.

Preciosa reflexión pepe, llena totalmente de realidad.

Un saludo a todos.