jueves, 8 de noviembre de 2007

Sesiones Dobles: El Séptimo sello

Bailando con la muerte: Ganan negras en cinco movimientos.
Antonius Block y su bufonesco (en el mejor sentido de la palabra) escudero vuelven de las Cruzadas, encontrándose en su tierra natal con un territorio arrasado por la peste.

Éste es el punto de partida de un relato famoso, ya mítico, en el que conviven el baile, la peste, la muerte, lo sensual, lo cruel, lo cínico y lo irónico, lo dramático y lo patético, lo liviano, lo profundo, el ateísmo, la credulidad, la hipocresia, pero también lo cómico, lo carnal e incluso lo grotesco. Se trata de una mezcolanza de situaciones y sensaciones y en ellas se dan muchas de las constantes fílmicas de Bergman: el absurdo humano, a veces desproporcionado, el existencialismo o la confrontación entre la razón y la fe.

Realmente, la película es una sucesión de situaciones de diferentes set pieces, casi de tableaux vivants, de momentos extraídos de pinturas Brueghel, de grabados de Durero, aparecen escenas de una belleza pictórica indudable y, por supuesto, escenas icónicas entre las que destaca por su fuerza extraordinaria el inicio de la partida de ajedrez en una pequeña cala. Y sobresale, en otro sentido, la suciedad que impregna muchos de los momentos, suciedad que suele ser ignorado u olvidada en tantas y tantas películas históricas.

Sin embargo, más allá de sus valores, ya que depende del interés de cada una de las set pieces a las que aludíamos antes, la obra resulta puramente teatral, a pesar de todos lo exteriores que incluye, y los diálogos tienden a ser en el fondo monólogos, pensamientos en voz alta, discursos, digresiones y, en ocasiones, llegan a dirigirse directamente a la cámara.

Todo conforma una película existencialista y literaria, pero no por ello únicamente seria, ya que son frecuentes los momentos cómicos, entre los que destacan los que incluyen al cínico y descreído escudero y el momento en el que la Muerte se lleva a cuestas, tras aserrarlo, el árbol en el que se encuentra uno de los bufones...

De todas formas, sin duda, la película quedará en la memoria cinéfila, sobre todo por esa partida con la Muerte, que supone una prórroga en la vida del protagonista, que incluso, a la manera de la de Fritz Lang, le podría recompensar si ganara. Una prórroga en la que intentará encontrar un sentido a la existencia y en la que preguntará sin descanso. Sin embargo, ni la Muerte podrá responderle. De hecho, la Muerte ni siquiera parece saber muy bien por qué hace lo que hace. En el fondo parece cansada. Será que, como decía Buñuel y reprodujo Petisme como intro de la canción Los Olvidados, "Anda la Muerte con mucho trabajo hoy".



Lo único que es seguro es que, como sucede en la película, todos bailaremos al final la Danza de la Muerte. En ella, como en la Fiesta de Serrat, no habrá diferencias entre prohombres y villanos, entre señores y vasallos.


Blogs participantes: Sesiones dobles (blog organizador), Books & Films, El diario de Mr. MacGuffin, Sesión doble, Fabrica de ilusiones, El espejo de los sueños, Arte y literatura, La mujer justa, Ojo de buey, Himnem, El lamento de Portnoy, Otros clásicos, La linterna mágica, Mitte, El dia del cazador, Marcovelez.net, Corten!!!, Rulemanes para Telémaco, Cinefilo-Compulsivo, Intramuros, Arricom y un servidor.

Próximamente: Fresas Salvajes.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mi gusto fallan esos monólogos que hacían mirando al tendido con los ojos tan abiertos... XDD excesivamente exagerados en su hieratismo; aunque creo que lo que en el fondo no me convence es un cine teatralizado de una forma tan esporádica. Por lo demás me gustó mucho, en especial los diálogos con el señor calvo ese de la túnica negra y la guadaña... ;P

Un saludo!


Spoiler: Karpov habría ganado, que lo vi en los chanantes.

Anónimo dijo...

Que pelicula y que Von Sydow tan maravilloso... lo que más me gustó es esta mezcla de tristeza y risa como has subrayado tu tambien.

alicia dijo...

Muy acertados los comentarios de Fritz Lang y Buñuel. Desgraciadamente, la Muerte no está de vacaciones, y por muchas prórrogas que conceda siempre juega a ganar

Anónimo dijo...

Lo de la Muerte cortando el arbol con el serrucho tiene su coña. Con esas pinceladas cómicas para mi que Bergman nos quiere decir que la vida hay que tomársela un poco a broma, porque si no, mal vamos.

Juanjo Ramírez dijo...

Muchas gracias, Hatti!!

Nos leemos :)

Emilio Calvo de Mora dijo...

No sé mucho de un humor escandinavo, pero igual obran así: mezclando con finura el drama y lo que no lo es, inventando bufones en la negritud de la muerte y poniendo parcas ominosas con guadaña y rostro mortecino en los bailes de pueblo. Gracias por entrar en mi blog.

Rosenrod dijo...

Gran verdad esa última, amigo Hatt...

Un saludo!

Anónimo dijo...

Aunque es común en Bergman la mezcla de comicidad y drama, aquí el episodio picaresco del cornudo y la aldeana es sensacional. Yo creo que uno de los mejores de la carrera del sueco inmortal.
Abrazos, Hatti.