miércoles, 25 de julio de 2007

Luz que agoniza - George Cukor

Viajes al otro lado


Hay películas que de una forma u otra tratan de la degradación mental, psíquica, de una persona. De como, por el motivo que sea, alguien acaba por acercarse demasiado al filo de la navaja por la que se deslizaba el caracol de Kurtz, alguien traspasa la oscuridad del fin de la noche y descubre que más allá no hay luz, sino una zona aún más oscura. A veces es un proceso en el que el principal responsable es el propio viajero que en una búsqueda de conocimiento, sabiduría, poder, ambición,..., supera sus propios límites (porque todo el mundo tiene un límite) y se adentra, con Randolph Carter, en otros mundos paralelos, incluso se acerca a las estribaciones de unas montañas, las de la Locura.

En otras ocasiones es, sin embargo, un agente externo el culpable de este tránsito. Precisamente éste es el caso de la deslumbrante Luz que Agoniza de George Cukor. La película se inicia con la consecuencia directa del asesinato de una famosa cantante que es, a su vez, tía, aunque ejerce como madre, de la protagonista: Ingrid Bergman. Tras una elipsis temporal, nos situamos en el presente de la trama en el que pronto se nos presentará al coprotagonista, y pronto marido, Charles Boyer, con quien volverá a una casa de infaustos recuerdos y, en poco tiempo, temible presente.
Poco a poco, primero de manera más sutil y, luego, más abiertamente, iniciará un proceso de acoso y derribo psicológico hasta llevar a la pobre Ingrid a un estado de locura inducida, reforzada en algún momento por algún toque de humor negro (la sordera de la criada le impide oír los sonidos que proceden del techo haciendo que se auto-refuerce en su propia locura). Crueldad, humillación privada y pública, maltrato psicológico constante y, en ciertas ocasiones, concesiones para reforzarse en su supuesto papel de benefactor preocupado por la salud de su esposa llevaran al sometimiento total de un carácter, que en ciertos momentos, como contraposición, es entusiasta. Por suerte aparecerá Joseph Cotten que ayudará a llevar a buen término la situación y, de paso, permitirá resolver el enigma del asesinato nunca resuelto de su tía.

La historia está bien narrada, aunque en ocasiones sea ligeramente fría, destacando el recurso de la bajada de la luz como leit motiv y pasaporte hacia la locura. Y entre los actores, además de asomarse una joven y primeriza Angela Lansbury en un papel más casquivano que los que estamos acostumbrados a verla, destaca la ambigüedad, sobre todo en los primeros momentos, luego se le va la mano, de Charles Boyer y el camino a la locura de Ingrid Bergman. Camino reforzado por algunos encuadres y, especialmente, por la maravillosa fotografía de Joseph Ruttenberg.

Aunque la película finalmente acaba girando en torno a un MacGuffin, actualmente y por desgracia podría tener otras lecturas. De cualquier manera el problema de estos viajes es que no siempre se consigue volver de ellos y que, incluso cuando vuelves, nadie está libre de sufrir secuelas.


Un buen "film noir de época".

3 comentarios:

Regina dijo...

¿Cómo que "un buen film"? xDDD A mí me encanta Luz que agoniza, me parece una maravilla. A propósito, que yo tengo la verisón inglesa que se hizo con anterioridad (Luz de gas).

Arffff, y ese Joseph Cotten!!! siempre en su sitio *babas* (bueno, menos en La somb ra de una duda xDD)

Manuel Márquez dijo...

Muy buena reseña, compa Hatt, de una excelente película. La he visto un par de veces -la última, hace ya bastante tiempo-, y en ambas ocasiones me ha parecido que consigue transmitir extraordinariamente la desazón que, en pura lógica, ha de provocar su trama.

Un abrazo.

Morrissey21 dijo...

Pensaba que era una gran película hasta que vi la 'original' estrenada unos años antes. Me llegó más y me resultó menos obvia (Charles Boyer parece malo hasta cuando duerme) que la de Cukor. Pero vamos, que mala no es. xD

Un besito a todos.